Por consiguiente, es incuestionable declararla como la madre de todas las variantes de la cumbia peruana (cumbia costeña, cumbia norteña, cumbia sureña, cumbia amazónica, tecno cumbia, chicha, entre otras). Es una fuente inagotable de inspiración, enraizada en el alma de miles de peruanos y difundida en casi todos los países de Latinoamérica. En un primer momento, fue rechazada, despreciada, marginada, satanizada y excluida por las “clases altas” de nuestra sociedad, debido a su origen popular y provinciano; pero, más tarde, se convirtió en un ritmo de masas con trascendencia nacional.
A fines de los años 60, este novedoso ritmo sufrió importantes modificaciones en su estructura rítmica y sonora, así como en su composición y esquema organizativo. Ya no eran las bandas orquestadas de huayno quienes interpretaban estos temas, sino grupos con estilo rockero y nuevaolero que se atrevieron a incursionar en este nuevo género musical. Así, la guitarra eléctrica se convirtió en el motor que marcó el compás de este floreciente ritmo. Esta versión musical fascinó principalmente a los jóvenes de los sectores urbanos marginales de Lima y otras ciudades del país. Entre sus máximos exponentes destacan “Los Destellos” de Enrique Delgado Montes, “Juaneco y su Combo”, “Manzanita y su Conjunto”, “Los Diablos Rojos” y “Los Mirlos”.
El ingenioso músico Enrique Delgado Montes jugó un papel protagónico en la transformación de este nuevo género tropical. Se impuso con un sonido muy peculiar en la guitarra principal, inspirando y creando cientos de composiciones muy bien interpretadas gracias a su inagotable talento y producción musical. Asimismo, incorporó otros ritmos como la cumbia colombiana, el rock, el huayno, el folklore, la guaracha y el vals, posicionando este nuevo ritmo emergente en el mercado nacional. Por ello, con justa razón, denominó a este fenómeno “cumbia peruana”, marcando distancia con otros músicos de su época que generaban variantes más andinas del género tropical suburbano, que más tarde fueron despectivamente llamadas “chicha”.
La “chicha”, como nueva variante de la cumbia peruana, contó con sus propios intérpretes y músicos que se asentaron y forjaron en los nuevos escenarios conocidos como pueblos jóvenes o zonas urbano marginales —antiguamente llamadas barriadas. En estos cinturones de pobreza, hacia 1974, iniciaron su despegue y promoción agrupaciones como “Grupo Celeste”, “Grupo Guinda”, “Los Ecos” y “Los Ilusionistas”. Este último fue la cuna musical de Lorenzo Palacios Quispe, quien en 1975 formó su propio grupo: “Chacalon y la Nueva Crema”.
Como no podía ser de otra manera, este fenómeno musical nació en nuestro país como expresión y producto del proceso migratorio y del desarrollo social suburbano, ligado al crecimiento explosivo de la ciudad de Lima. Estos nuevos espacios territoriales, ocupados violentamente, sirvieron como hábitat para la sobrevivencia de miles de peruanos pobres, principalmente de procedencia andina, y fueron cuna de una rica y variada manifestación sociocultural.
Para tener una idea del desplazamiento social casi forzado, basta revisar algunos datos demográficos de Lima: en 1940 la población era de 661,508 habitantes, y para 1972 se multiplicó a 3’418,545 habitantes, con una tasa de crecimiento anual del 5.5%. Debido a este acelerado crecimiento, en 1920 se creó el distrito de La Victoria, y progresivamente comenzó la ocupación masiva de los cerros colindantes al ex fundo El Agustino; para 1960, se creó otro distrito con ese mismo nombre. Así se fueron conformando las primeras barriadas limeñas, con una población principalmente migrante y grandes necesidades básicas de primer orden, como agua potable, desagüe, luz eléctrica, servicios de salud y educación.
Es así que, en estas condiciones materiales de subsistencia y en la incesante búsqueda de oportunidades de empleo y mejora en su calidad de vida, los migrantes inician un proceso dinámico de interculturación para transformar su nuevo hábitat y superar el hambre y la miseria. Frente a este violento desarraigo y éxodo de miles de personas, necesariamente tuvieron que modificar sus sistemas y estilos de vida campesinos para dar paso a uno suburbano. Es en este constante choque de contradicciones e intercambios culturales donde germina una nueva cultura de sobrevivencia, llamada suburbana.
En este submundo de exclusiones tan complejas y contradictorias surge una variada mixtura de expresiones artísticas y culturales, en su permanente búsqueda de una identidad local. Esta diversidad cultural interactiva está asociada a nuevos problemas sociales, pero, a pesar de estas contradicciones, se fortaleció permanentemente gracias a la solidaridad de su gente y a la fuerza espiritual pujante y progresista de sus pobladores. Estas condiciones subjetivas sirvieron como instrumentos de transformación y cambio, convirtiendo estos espacios invadidos en prósperos distritos emergentes, llamados en un primer momento, de manera despectiva, “conos”.
Dentro de esta realidad sociocultural nace la otra versión de la cumbia peruana: la “chicha”. Este fenómeno se origina como ritmo de masas excluidas que se enseñorea fusionando vivencias y sentimientos andinos con un sinfín de nuevas experiencias y emociones suburbanas. Esta nueva variante musical se convierte principalmente en refugio de soledades, sufrimientos, triunfos y victorias. En otros casos, es expresión melancólica de frustraciones colectivas y vidas marginales; una manera muy particular de entender el mundo desde la perspectiva del “faite”, del “achorado” y del nuevo lumpen social. Así nace “Chacalon y la Nueva Crema”, inmortalizado en los “cerros”, porque a él le toca encarnar el alma de los desposeídos y marginados de la ciudad. Sus letras y canciones sintetizan las penas y sufrimientos de los excluidos; sus melodías se convierten en himnos de la miseria y la pobreza, válvulas de escape de mil tormentos. Entre sus principales temas se pueden citar “Cruz Marcada”, “Mi Dolor”, “Soy Provinciano”, entre otros, todos enmarcados dentro de la misma temática social.
La vigencia del legendario “Papá Chacalón” se sostuvo por más de 20 años consecutivos. El modo de vida de los pobres de la ciudad y de l@s jóvenes excluidos fue su principal fuente de inspiración. Sus penas y sufrimientos se convirtieron en canción a través de su voz, la voz de una Lima provinciana tantas veces negada y despreciada por las “clases altas” y los medios de comunicación social. Hoy intentan darle reconocimiento con un epitafio en su tumba, una parodia comercial en este nuevo Perú emergente.
En el lado norte de la ciudad de Lima, paralelamente, en las pedregosas “pampas de Comas” se iba forjando un nuevo pueblo, también por migrantes invasores provenientes de distintas regiones del Perú. Así nace, por los años 60, el populoso distrito de Comas. Para no quedar fuera de esta corriente de ocupación territorial, este distrito necesariamente tuvo que integrarse en este proceso espontáneo de desarrollo social y ser parte de la cultura suburbana en crecimiento. Más tarde, gracias al esfuerzo colectivo de su gente, junto con Villa El Salvador, se convertiría en paradigma de desarrollo social, progreso y modernidad en Lima, a pesar de sus grandes problemas.
En el año 2000, el programa “Mi jato” aplicó una encuesta a 90 adolescentes y jóvenes integrantes de “pandillas”. Una de las preguntas fue: ¿Quién es tu artista preferido en el género musical? De todas las respuestas, un 38.7 % consideró a “Chacalón” como su artista favorito. Esta respuesta nos pareció básica, porque estos jóvenes nunca vieron a “Chacalón” en vida; pero lo más curioso es que muchos se identificaban con su música, sus letras y sus canciones. Por lo tanto, concluimos que este personaje legendario, a pesar de estar muerto, seguía vivo y presente en el corazón del pueblo, fermentándose en el alma de las nuevas generaciones excluidas de nuestra ciudad. Una transmisión cultural suburbana incólume en nuestro medio.
Después de 10 años de aplicada esa encuesta, volvimos a realizar un Focus Group con 10 adolescentes (septiembre 2009). El objetivo fue revalidar la vigencia de la “chicha” entre los jóvenes de Comas. La pregunta fue la misma: ¿Quién es tu artista preferido en el género musical? Y agregamos otra: ¿Qué sientes al escuchar a este artista? El 70 % respondió “Toño y su Grupo Centella”, el 50 % mencionó el reguetón y el 20 % prefirió “Grupo 5” y otros. Toño es un cantante de “chicha” con marcada influencia “chacalonera”. Este artista afiebra a miles de adolescentes y jóvenes, principalmente de sectores sumergidos en extrema pobreza y los más excluidos y marginados de Lima Norte. Hoy en día, no hay moto taxi, “combi” ni rincón de los barrios donde no se escuche su música. Además, las pandillas lo tienen como emblema musical y en sus aniversarios lo celebran con su grupo sonoro; sus canciones, melodías y sentimientos se comparten en el llano. Muchos adolescentes, durante sus presentaciones, cantan, lloran, beben, se pelean, se cortan las venas y se agreden para liberar tensiones, rivalidades y frustraciones colectivas.
En referencia a la segunda pregunta, respondieron: “Con la música de Toño y Centella sentimos que desfogamos nuestras penas y sufrimientos; las letras de sus canciones hablan del pueblo y nos hacen llorar.” – “¡Nos llega al ‘bobo’! ¡Toño es un cantante de la Con…Su Ma…!”, sentenciaron. Estas fueron sus principales respuestas.
Indudablemente, todo este cúmulo de vivencias dispersas entre adolescentes y jóvenes está acompañado de licor y violencia. Entonces, nos preguntamos: ¿Estamos frente a un nuevo fenómeno musical o a una simple caricatura de la vigencia chacalonera? Lo que sí podemos apreciar es que la “chicha” sigue enraizada y presente en distintas zonas de Lima y Callao. Por ejemplo: en Lima Norte, “Toño y su Grupo Centella” encarnan al faraón de la cumbia peruana; en Lima Oeste, “Los Amantes de la Cumbia” y “La Ley de la Cumbia” cumplen ese mismo papel; en Lima Sur, “Los Nenes de la Cumbia” perennizan ese ritmo musical; en la Carretera Central, “Sombra Azul” y “Pascualillo” transmiten esos mismos sentimientos; y en el Callao, el “Grupo Mantaro” se esfuerza por posicionarse en este género suburbano. En conclusión, son los nuevos chacalones en sus respectivas zonas; quizá no con la misma contundencia y aceptación que “Papá Chacalón”, pero sí inyectan vigencia a esta variante de la cumbia peruana, mientras la historia lo permita y los adolescentes y jóvenes excluidos sigan identificándose con este género musical.
Fuentes electrónicas discográficas:
1. La Chichera, “Los Demonios del Mantaro” , Carlos Baquerizo Castro, 1960
http://www.youtube.com/watch?v=zs8k--oSfl4
2. La Chichera, “Los Demonios de Corocochay”, 1966
http://www.youtube.com/watch?v=_fqjcoNEYQI
3. Elsa, “Los Destellos”, Enrique Delgado Montes
http://www.youtube.com/watch?v=4gSIhd2lJkY
4. Arre Caballito, “Manzanita y su Conjunto”, Berardo Hernandez Sabu)
http://www.youtube.com/watch?v=dLhNb3NWNdw
5. Ya se ha Muerto mi Abuelo, “Juaneco y su Combo”
http://www.youtube.com/watch?v=Rtm07DLsMaM
6. Pedacito de mi vida, “Los Diablos Rojos”, Marino Valencia
http://www.youtube.com/watch?v=Ansys_-hYTA
7. La Danza de los Mirlos, “Los Mirlos”, Segundo Rodríguez Grández
http://www.youtube.com/watch?v=_MLPCDyqIWc
8. Viento, “Grupo Celeste”, Victor Casahuamán,
http://www.youtube.com/watch?v=SSMVBvePkM4
9. Barrio Viejo, “Grupo Guinda”, Carlos Morales
http://www.youtube.com/watch?v=qddaGdFSFAs
10. Adiós Amor Adiós, “Los Ecos”, Edilberto Cuestas
http://www.youtube.com/watch?v=ep1-tW41sa0
11. Colegiala, “Los Ilusionistas”, Walter León
http://www.youtube.com/watch?v=y0UzQfb6GOU
12. Mi Dolor, “Chacalón y la Nueva Crema”
http://www.youtube.com/watch?v=G2A3tLh2hRg
13. Donde Estas Amor, “Toño y su Grupo Centella”
http://www.youtube.com/watch?v=aSqYmZ4cy9o