¿QUIEN
MATÓ A MOARCOCUA?
(ULTIMO HATUN CURACA DE LOS SUCOAROCOAY)
En
los años 1460 el poderoso ejército inca, en su segunda expedición militar hacia
la conquista del norte medio, al mando del General Cápac Yupanqui (hermano del Inca Pachacutec); inicia su
travesía subiendo la cuenca del Fortaleza, rio arriba, desde Paramonga, pasando
por los pueblos de Chasqui, Colca y Cajacay. Enterados de esta situación, los
Sucoarocoay y sus pueblos pumas: Ichochonta (Recuay, Marca y Pampas Chico),
Allaucapoma (Cotaparaco, Tapacocha y Aija) e Ichocpoma (Pariacoto,
Cajamarquilla y La Merced) detienen el avance vertiginoso inca emboscándolos
desde las partes altas de las cumbres con hondas, huaracas, porras, lanzas,
flechas, piedras y otras
armas ofensivas para detener su avanzada en el sitio llamado Incahuacanca
(donde llora el Inca).
La
emboscada muy bien montada, estada liderado por el hatun curaca sucoarocoaino “Hinchiraque”
y su hijo “Taparaco”, guerreros recuay; quienes salieron en defensa de
la invasión inca sobre los territorios de los Hurin Huaylas. Los Recuay,
aplicaron en forma impecable la emboscada desde las partes altas rio abajo,
táctica militar consistente en ataque sorpresivo contra los incas que se
encontraban ganando posiciones rio arriba para coronar la Cordillera Negra;
pero que fue magistralmente frustrada por los hombres de “Hinchiraqui”
derrotándolos. Los incas después de esta derrota se vieron obligados a
replegarse rio abajo hasta nueva oportunidad. Triunfo fugaz de los aborígenes
guerreros; quienes ganaron la batalla; pero, más tarde, fueron aplastados
contundentemente por el ejército Inca.
El
ejercito inca, luego del pasajero revés sufrido en Incahuacanca y para
proseguir con su avance expansionista hacia el norte; no les quedó mejor idea
que utilizar la estrategia militar de alianza táctica étnica inca-chanca para
enviar en primera fila a los guerreros chancas y arrasar a los Hurin Huaylas.
Después
de coronar triunfante la Cordillera Negra, el ejército Inca en su avanzada, en
seguida apuntaló los llanos del valle del Santa para consolidar su conquista.
El general Cápac Yupanqui operó estratégicamente la ocupación; quién en primer
lugar, despectivamente hizo caso omiso a la respuesta conjurada por las etnias
ancashinas para su defensa. Luego, el inca utilizó la famosa táctica militar,
la del sometimiento; que no era otra cosa, la rendición sin ofrecer resistencia
a fin de evitar el derramamiento de sangre. Al no encontrar respuesta positiva,
Cápac Yupanqui al mando de más de 40,000 hombres, dividió su ejército en cuatro
partes con la finalidad de tomar las fortalezas y otros lugares estratégicos de
defensa de los naturales aplicándoles la estrategia de combate “cerco y
aniquilamiento”, dejándolos sin conexión a los huaylinos con sus pueblos
vecinos de la costa y ceja de selva y sin abastecimiento de alimentos y otras
despensas para su sobrevivencia.
Ahogados
por el hambre, para los pueblos de Hurin Huaylas, la derrota fue eminente
siendo tomados bajo control militar Inca, principalmente los pueblos de
Sucoarocoay y Guarax y otras guarangas importantes. Los naturales al verse
cercados se vieron obligados a rendirse después de seis (6) meses de tenaz
resistencia, aprovechando esta situación, los incas enviaron sus emisarios para
rendirse ante el yugo incaico. A pesar de la rendición de los naturales, para
sellar su triunfo y demostrar superioridad y respeto, incendiaron el Templo de
Pumacayán ubicado en el pueblo de Guarax. Asimismo, fueron capturados los
principales curacas a quienes los liquidaron a pesar de su rendición para
justificar su supremacía étnica y dominio militar e implantar un nuevo mando
inca como jefe regional y consumar su dominio.
En
estas operaciones tácticas para la conquista de los Huaylas, participó el bravo
general Chanca “Anco Huallo” bajo la supervisión de los Incas, quien después de
la toma de Socourucay y Guarax, reunió a su grupo étnico para huir de los incas
hacia selva adentro. A. Huallo, sospechaba que se preparaba una traición para
ser liquidado por los incas. A estos, no les gusto la simpatía, liderazgo y
respeto que se había ganado el general Chanca en las filas de los combatientes
incas y los suyos. Asimismo, los celos e invidia eran constantes y antes de ser
asesinado, en forma oculta y reservada fugó por la vía de los Conchucos para
internarse en el Marañon tierra adentro y dar fin a la alianza estratégica
chanca – inca. Algunos historiadores, sostienen que los chancas en su travesía pasaron
por diferentes pueblos de la selva, llegaron a Moyobamba, luego voltearon por
el sudoriente hasta asentarse en Lamas, actual departamento de San Martin.
Sobre
el correinante Inca Túpac Yupanqui, dice el historiador Waldemar Espinoza lo
siguiente: “Valiente y audaz recorrió de sur a norte como un invencible
conquistador”. Con la finalidad de consolidar las nuevas conquistas y anexiones
ejecutadas por el Imperio Inca, enrumbó hacia el Chinchaysuyo sometiendo
implacablemente a los antiguos reinos de los Chancas y los Huancas, arrasando
sus fortalezas y fundando nuevas ciudades (llactas), táctica militar de
arrasamiento que le permitiera lograr la rendición total de estas etnias. En la
zona de Huaylas dice el mismo historiador, que arrasó, desmanteló y destruyo
las fortalezas de Chungomarca y Pillaguamarca, muy bien conservadas por los
oriundos ancashinos
Anexado
los territorios de los Huaylas, el poderoso sapa inca Pachacutec, ordenó
desterrar a los lideres rebeldes a lugares remotos del Tahuantinsuyo, estado en
crecimiento para reducirlos como piñas y yanaconas, mano de obra para
usufructúo del estado Inca.
Nuevos
lideres adictos y afines a los intereses de los vencedores remplazaron a los
curacas locales guerreros y rebeldes para cumplir un papel de sometimiento
regional. También, los incas implantaron un mando político militar para
administrar y vigilar los nuevos territorios conquistados. Era una
costumbre usual practicada en el antiguo mundo andino, entre vencedores y
vencidos intensificadas durante el periodo Intermedio temprano o
establecimiento de los estados primarios, aproximadamente desde el año 0 a 100
d.C.
Por
otro lado, a una parte de la nobleza regional huaylina, tanto de los Hanan y
los Hurin, no les quedó otro camino que someterse al estado expansionista inca
aceptando las alianzas matrimoniales, estrategia de sometimiento de los pueblos
conquistados para no perder sus privilegios y garantizar el dominio y control
parcial ante el soberano inca. Inmediatamente, Tupac Inca Yupanqui, fortaleció
las sedes administrativas de Huayllasmarca en Hatun Huaylas y Sucoarocoay, como
sede principal de Hurin Huaylas, que más tarde fue transformado en ushnu.
Antes
de la llegada de los incas, en los territorios de los Huaylas, existían dos
reinos geopolíticamente bien demarcados: Hatun Huaylas y Sucoarocoay (Recuay),
eran confederaciones o reinos que habían logrado reunir varios curacazgos. Cada
uno de ellos con seis guarangas enlazados con vínculos de parentesco y
consanguinidad, con orígenes y evolución particulares y autónomos; pero
constituidos en una sola nación. De los datos históricos que existen a la fecha
se puede deducir, que el reino de Sucoarocoay (Mas tarde conocido como
Choquerecuay o Chuquirrecuay) en la época preinca tenía tres guarangas:
Ichocpomas, Allaucapomas e Ichochonta y con la llegada de los incas probablemente
se creó Marca o Collana (esta última guaranga conformado por yanaconas,
yanayacos, mitimaes y piñas) para servicio del Inca. Además, dentro de los
territorios de los Hurin Huaylas existía un reino independiente conformado por
las guarangas, llamados Ichocguarax y Allaucaguarax respectivamente. Por otro lado, Hatum Huaylas tenía seis
guarangas, entre ellos: Huaylas, Tocas,
Guambo, Mato, Icas y Rupas.
Los
curacas principales de estas confederaciones o reinos ejercían un poder
absoluto sobre los curacas subordinados, un sistema negociado de poder en los
reinos o confederaciones del antiguo Ancash que integraban diferentes
guarangas. El curaca principal de cada uno de ellos requería de continuas
transacciones con otros linajes poderosos de otras guarangas para mantener su
poder. Al respecto sobre el tema, sostiene
la historiadora Marina Zuloaga Rada en su libro “La conquista negociada:
Guarangas, autoridades locales e imperio en Huaylas, Perú (1532-1610)”, año
2012, dice lo siguiente: “Efectivamente, así como se respetaba la igualdad y
autonomía de la guaranga, aun cuando estuviera integrada en un conjunto
político mayor, los caciques de guaranga no solo conservaban amplias
competencias de poder y de mando sobre la población de su propia guaranga, sino
que intervenían directamente en el nombramiento y mantenimiento del curaca
mayor, siendo siempre ellos mismos posibles candidatos para la elección”
A pesar del bien montado andamiaje político, económico y militar establecidos en los reinos y señoríos conquistados por el gran imperio Inca, muchas etnias bregaron y lucharon incansablemente por su liberación del yugo Inca. Uno de estos reinos fueron los indomables guerreros Huaylas, conflictivos y resistentes; quienes seguían pugnando por su autonomía, a pesar de haberse instalado ya hace varios años en sus territorios el dominio Inca. Frente a la amenaza latente y al peligro constante de rebeliones e insurrecciones, a la nobleza cusqueña no le quedó otra cosa que hacer uso de la eficaz táctica sentimental para concluyentemente subyugar a los pueblos ancashinos conquistados en complacencia de la aristocracia regional huaylina; quienes para no perder sus privilegios entregaron como esposas secundarias a Contarhuacho y a Añas Colque al soberano Inca Huayna Cápac y, de esta forma, contribuir con la unidad del imperio del Tahuantinsuyo.
Es así, como el Inca Huayna Cápac tomó como esposas secundarias a Contarhuacho y Añas Colque; doncellas huaylinas. La primera hija de Pomapacha, curaca de Jatun Anan Huaylla y la segunda hija de Huacachillac Apo, mando étnico de los Lurin Huaylla. W. Espinoza, 1981 escribe sobre este asunto, manifestando que “solo así se logró suavizar el descontento de la nobleza del reino huaylla frente a los cusqueños” y se acabaron las tensiones entre invasores e invadidos.
La presencia en el poder de estos notables personajes del antiguo Perú, Contaguacho y Añas Colque, tuvieron un significado trascendental para el Mundo Andino. En la actualidad se sabe poco, sobre el verdadero papel que jugó la mujer en el pasado precolombino. Frente a este enigma hay diversas versiones por parte de diferentes estudiosos en la materia. W. Espinoza, 1981, sostiene que los incas convirtieron a las dos huaylinas, en señoras feudales o mamaconas; a quienes los originarios les deberían rendir profunda veneración. Asimismo, el Inca le otorgó tierras y miles de siervos para proveerles de fina ropa, ganado, maíz, entre otros. Situación social que les permitía a las grandes señoras gozar de privilegios para preservar y consolidar la alianza o confederación étnica sometida al Cusco imperial; es decir según el autor, que a la palabra señora no se le debe interpretar como sinónimo de curaca o cacique.
El mismo historiador sobre este punto añade, que, para establecer equitativamente las dos sayas o mitades, tanto de Jatun Huaylla y Lurin Huaylla, Huayna Capac les confirió a las dos doncellas igual cantidad de trabajadores y yanaconas a fin de evitar susceptibilidades en la región. En conclusión, para W. Espinoza, las dos mamaconas huayllinas; si bien es cierto, que tenían enorme influencia en su región y fuera de ella; no se debe interpretar la palabra señora, como persona que tiene poder y mando político, económico y administrativo en una nación.
En
el presente artículo, es imprescindible mencionar sobre la vida de los últimos
personajes de la nobleza regional del antiguo Huaylas. Hechos que para la
región de Ancash y el Perú tiene un gran valor histórico. Entre ellos, tenemos:
primero, a la princesa doña Inés Huaylas Yupanqui, nacida en Huaylas el año de
1517, de nombre originario Quispe Sisa Huaylas Ñusta, hija del Inca Huayna
Cápac y la curaca Contarhuacho; y segundo, el príncipe Paulo Inquil Topa Inca, nacido en Guarax en el año 1518, hijo
del Inca Huayna Cápac y la curaca huaylina Añas Colque. Estos últimos
referentes de la nobleza regional de los Huaylas desempeñaron papeles
importantes dentro de la etapa de la invasión y colonización española.
Estando
preso el Inca Atahualpa en Cajamarca, hizo llamar a su hermana la princesa
Quispe Sisa; quién residía en su palacio curacal de Tocas, ubicado en Atun
Huaylas para interceder ante Francisco Pizarro y buscar su liberación. Ella,
sin embargo, al no poder convencer al conquistador su pedido, solicitó a los
españoles bautizarse como cristiana; siendo aceptada y bautizada con el nombre
de Inés Huaylas Yupanqui. La ceremonia fue realizada por el fraile dominico
Vicente Valverde. Enamorado de su belleza, el conquistador tomo como esposa a
la hermosa adolescente princesa de aproximadamente 17 años; a quién para
convencerla ofreció integrarla a su reino y convertirla en noble soberana de
las tierras conquistadas.
La
pareja hispana huaylina tuvo su primera hija en el año 1534 en la ciudad de
Jauja; a quien le dieron el nombre de Francisca Pizarro y Yupanqui. En el año
1535 tuvieron su segundo hijo; a quién le pusieron el nombre de Gonzalo Pizarro
y Yupanqui; quién más tarde se convirtió en el heredero de la gobernación de
Nueva Castilla. Esta unión matrimonial se disolvió en el año 1538.
Después
de su separación con Pizarro, Inés Huaylas volvió a contraer matrimonio por
segunda vez ante los altares cristianos con otro conquistador, Francisco de
Ampuero, alcalde de Lima. Con él tuvo cuatro hijos (Martín, Alonso, Francisco e
Isabel) y, de esta manera, se convirtió en la primera dama de la Ciudad de los
Reyes.
Huayna
Capac con la curaca Añas Colque tuvieron dos hijos; Paulo Inquil Topa Inca y Catalina Ussica.. El primero de ellos, durante
la invasión española fue coronado Inca por el conquistador Diego de Almagro. El
viejo astuto conquistador después de su retorno de Chile y a cambio de una
alianza táctica para enfrentarse a los Pizarristas, se alió con Paulo Inca para
asaltar el poder. Este último aceptó para no perder sus privilegios señoriales,
siendo coronado Inca en el año 1536; pero, por desventura, su reinado tuvo una
efímera duración debido a la guerra civil desatada entre los conquistadores. El
impostor inca y su madre Añas Colque jamás volvieron a tierras ancashinas
quedándose a vivir en el Cusco para siempre (Waldemar Espinoza, 1981).
El
25 de enero de 1533, Hernando Pizarro en su trayecto hacia el Templo de
Pachacamac para recaudar y expropiarse el oro y plata del Tahuantinsuyo, llegó
al Ushnu de Sucoarocoay, en donde encontró al Hatun
Curaca Moarcocua (Marcaoma, Moarcoux o Marcocama) y como curaca
secundario a Collax, este último probable mando de la guaranga Ichocpoma. En este lugar fueron bien recibidos y les dieron
todos los menesteres esa noche. En Sucoarocoay descansaron un día para bien de
los caballos y de la gente que los acompañaba a pie. Asimismo, en este lugar se
hizo guardia por ser un pueblo grande y muy cerca de ellos estaba el capitán
Calcuchimac con más de 50,000 mil hombres.
Sobre
la base de esta estructura geopolítica, llegaron los españoles. Por tanto, la suerte
que podría haber corrido el Hatun Curaca Moarcocua era compleja. Sobre
el tema, se puede plantear varias hipótesis, una de ellas, es que Moarcocua, habría
tratado con el capitán Calcuchimac para liberar al inca prisionero al conocer
las malas intenciones de los europeos para apoderarse del Tahuantinsuyo.
Calcuchimac, fue segundo mando del ejército de Atahualpa durante la guerra
civil con su hermano Huascar. Este hecho, podría haber provocado malestar en
los curacas partidarios de los orejones cusqueños, a quienes no les quedó, más
que traicionar al curaca rebelde y tomar el poder local. Otra hipótesis, sería
que, para algunos curacas la llegada de los ibéricos significaba su liberación
del yugo inca y por tanto no les quedaba otro camino que apoyar a los invasores
para no perder sus privilegios, medida que había servido para sacar del poder
curacal a Moarcocua. En
fin, las dos hipótesis podrían haber sido bien aprovechados para sacar del
poder y/o asesinar al Curaca rebelde.
Hoy
se conoce por los registros de los cronistas amanuenses, que Francisco Pizarro,
llegó el 12 de setiembre de 1533 al ushnu de Sucoarocoay, ocho meses después de
su paso por estas tierras de su hermano Hernando Pizarro. Pero, ya no encontró
a Moarcocua como líder de los Sucoarocoay; sino en
su reemplazo al curaca, de nombre Chincay o Chinca. Nuevo mando local, quien
acompañó al conquistador Pizarro hasta Jauja para consumar la repartija de las primeras
encomiendas establecidas sobre los territorios de los Huaylas.
Asimismo,
los cronistas registraron en lo que es actualmente del departamento de Ancash,
el uso de tres lenguas originarias, el muchik en la costa, el quechua en el callejón
de Huaylas y el culli en el callejón de los Conchucos (etnias: pincos, siguas, huaris y
piscopampas principalmente). Lenguas que sufrieron cambios y transformaciones
en diferentes etapas de la historia de Ancash y otras impuestas por los estados
expansionistas, wari e inca. Igualmente, hoy se conoce que el aymara llegó
hasta estas tierras antes de la llegada de los incas.
Fundado
Jauja, el 25 de abril de 1534 por Francisco Pizarro, primera capital del Perú, organizó
el repartimiento de encomiendas de los territorios conquistados. En el área de
Ancash se repartió de la siguiente manera: la de Chuqui-Recuay (choque (oro)
y rikay (observar) termino quechua acuñada por los orejones cusqueños a cambio
del nombre originario Sucoarocoay) le concedió a Jerónimo de Aliaga y
Sebastián Torres Morales que alcanzaba a los curacazgos de los curacas
Pumacaspillay, Moarcocua y Corcova; el 03 de agosto de 1538 hubo una nueva
repartición privada creándose las encomiendas de Hurin Huaylas y Hanan Huaylas,
la primera para Sebastián Torres y la
segunda para el propio Francisco Pizarro y Marca Recuay para Jerónimo de Aliaga
(S. Matos Colchado – Huaylas y Conchucos en la Historia Regional).
La
historiadora Marina Zuloaga Rada, menciona que la encomienda entregada por F.
Pizarro conjuntamente a Torres y Aliaga incluía exactamente las guarangas de la
mitad sur de la provincia de Guaylas: “Encomendó en Jerónimo de Aliaga y
Sebastián de Torres 6000 indios dellos los 3000 dellos en la provincia de
Chuquirrequay en esta manera: el cacique Carwalimanga con 1000 indios y el
cacique Marcaoma con 1000 indios y el cacique D. Jerónimo de Collas con 1000
indios y el cacique Pariona que es la Collana que se llama Marca con 1000
indios y el cacique Limacollas que son los indios de Allaucaguaras con otros
1000 indios…”. Declaración de D. Felipe Yaropariac, cacique principal de Allaucapomas, quien demostró
estar bien informado de la concesión de la encomienda por ser “hermano de uno
de los seis caciques” encomendados a Aliaga y Torres y que declaró: “que este
testigo no sabe si el dicho marqués dexó ecetuado en aquel tiempo algún cacique
con los 600 indios que la pregunta dize”. (Declaración dada en el Tambo de Recuay,
27 de enero de 1557, AGI, Justicia, 405 A, ff.197v.-199v.).
La
Declaración de Don Felipe Yaropariac curaca principal de Allaucapomas,
quién testificó en el Tambo de Recuay (Pueblo Viejo) en el año 1557, sobre el
despojo de tierras ejecutada por los españoles y pactada con los curacas originarios,
como parte de la conquista negociada, es otra versión, como acabó Moarcocua. Si
fuera verdad esta versión, Moarcocua; además de perder el liderazgo de curaca
mayor, acató la prebenda de los invasores para no perder sus privilegios. O por
el contario F, Yaropariac, no era más que un simple “aprendiz tinterillo
indígena”, que asimiló las malas artes de los invasores para fundamentar sus
argucias ante las autoridades y satisfacer sus apetitos personales de
privilegiado alicaído curaca local.
Inicialmente
Manco Inca, hijo del emperador Huayna Cápac, en primer momento, se alió con los
invasores españoles para hacerles frente a las huestes atahualpistas y que en
ese momento comandaba el general Quisquis para expulsarles del Cusco y de la
región sur central del Tawantinsuyo. Sin embargo, se dio cuenta tardíamente que
las verdaderas intenciones de los peninsulares eran otras, las de apoderarse
del Tahuantinsuyo. Es como así, cayo a una trampa muy bien tramada por los
conquistadores; motivo por lo cual, se reveló al ver los saqueos, la codicia,
la humillación, las fechorías y el desmantelamiento del Imperio Inca, armando
un levantamiento de reconquista del Tawantinsuyo.
A
este llamado recurrieron miles de naturales, siendo uno de ellos, el sacerdote
Villac Umu, personaje dedicado al culto del dios Sol; quién levantó un ejército
con más de 100 mil indígenas. Fecha memorable de esta epopeya nativa fue el 3
de mayo de 1536, en la cual fue sitiado el Cuzco y tomado la Fortaleza de Sacsahuaman,
lugar donde murió heroicamente Titu Cusi Huallpa, más conocido como “Cahuide”.
Otro
gran aborigen que se plegó a esta causa, fue el comandante inca, Quizu
Yupanqui; quién derrotó en sucesivas batallas en el Valle del Mantaro a varios
ejércitos enviados desde la capital por Francisco Pizarro. Estos últimos no
pudieron retomar el Cusco. Victorioso el comandante Quizu Yupanqui, decidió
tomar en agosto de 1536 al mando de 25 mil aborígenes la nueva capital
española, Lima, bautizada como “Ciudad de los Reyes”. El ejército rebelde de Q.
Yupanqui sitió Lima desde el cerro San Cristóbal. Al cabo de seis días, en su
intento de tomar la sede capital y luego de librar una cruenta batalla fue
muerto a manos de las huestes españolas. Los españoles para este enfrentamiento
montaron sus fuerzas auxiliares, conformado por miles de Huancas, Huaylas y de
las comunidades yungas y otras etnias asentadas cerca a Lima. Estos pobladores
se convirtieron en aliados estratégicos de los conquistadores.
Hoy
en día, estudios acuciosos revelan que los Huaylas jugaron un papel decisivo a
favor de los conquistadores. Así como se estableció una alianza Hispano-Huanca
para enfrentarse a los incas; del mismo modo, se entabló una alianza
Hispano-Huaylas para oponerse al alicaído imperio del Tawantinsuyo. Sobre esta
última alianza, el historiador W. Espinoza, 1981, sobre la base del documento,
denominado “Información de 1557” encontrados en los Archivos de Sevilla,
corrobora que doña Inés Huaylas, su familia y miles de huaylinos se aliaron a
los invasores en contra de la resistencia indígena comandado por Manco Inca.
Del mismo modo, hoy también se conoce que doña Inés Huaylas pidió ayuda a su
madre Contahuacho para que enviara un contingente de guerreros huaylinos para
socorrer a Pizarro en defensa de Lima. Contarhuacho en compañía del curaca don
Cristóbal de Vilcarrima y otros jefes principales huaylinos se hicieron
presentes al mando de cuatro mil guerreros para repeler el ataque de los cusqueños.
Estos hechos nos revelan que estas alianzas se establecieron entre los
españoles con los etnias oprimidas y sojuzgadas por los Incas; se dieron porque
estas poblaciones vieron el accionar de los invasores extranjeros como un modo
de liberación, de venganza y de desagravio contra el imperio Inca y, en otros
casos, se dieron también por intereses políticos, económicos, étnicos,
personales, matrimoniales, entre otras causas a favor de los hispanos. Al final
todos estos hechos terminaron por sucumbir al imperio de los incas frente a los
intereses de los invasores europeos.
Después
del reparto, el encomendero Sebastián Torres inmediatamente fijó su morada en
la antigua llacta de los Guarax, lugar que denominó a su honor con el nombre de
San Sebastián de Huaraz. A poco tiempo
asentado en este lugar Sebastián Torres inicio una despiadada explotación a los
indígenas para que obtuvieran oro y plata. Por los constantes maltratos y
humillaciones, los indios de Guarax y Marca se rebelaron y le dieron muerte
junto a su mayordomo Francisco de Vargas y otros españoles.
Enterados
de esta rebelión, el 29 de junio de 1539 el Cabildo de Lima envió al
Pacificador Francisco de Chávez a fin de mediar sobre esta revuelta. Por el
contrario, este sujeto cometió graves atrocidades contra los naturales
ganándose el apelativo de “Herodes de los Andes” por haber asesinado a más de
300 niños menores de 3 años en la zona de los Conchucos.
La
resistencia inca, a pesar de estas asociaciones entre españoles y aborígenes,
continúo con su proceso de levantamientos militares. Así, por ejemplo, Manco
Inca, estratégicamente, trasladó su guarnición militar acantonada en
Ollantaytambo para trasladarlo a las montañas de Vilcabamba, lugar desde donde
organizó diversas campañas de resistencia y fustigó a los españoles. Este
valeroso Inca terminó sus días en el año 1545 a manos de los almagristas; a
quienes les había hospedado en su residencia de Vitcos para protegerlos de los
pizarristas. Sin embargo, estos le dieron muerte a fin de pretender cobrar una
recompensa ante la corona española.
Al
morir Manco Inca, asumió el mando de la resistencia su hijo el Inca Titu Cusi
Yupanqui. El hermano de este Sayri Tupac murió a manos de los “verdugos”
Cañares, etnia también aliada a los españoles. Titu C. Yupanqui organizó varias
expediciones en contra de los invasores. Después de enfrentarse en duras
batallas suscribió una honrosa capitulación en Acobamba, el 24 de agosto de
1566. Honrosa rendición porque en este documento se establecía la paz y el
perdón de los indios rebeldes bajo el término de consentir en los territorios
administrados por los insurrectos, la autoridad de un corregidor y de
religiosos doctrinarios que promuevan la religión católica. Titu C. Yupanqui,
en el año 1568 fue bautizado; hecho que causo receló y malestar entre otros
líderes de la resistencia y, en medio de estas contradicciones de los
aborígenes, murió el inca rebelde, cristianizado en una forma hasta ahora no
esclarecida.
Otro
de los grandes personajes de la resistencia, fue Tupac Amaru, también, hijo de
Manco Inca. Tupac Amaru tomó la dirección del alicaído imperio de los incas en
el año 1571 ante su calamitosa destrucción. Este líder rebelde que se rodeó de
otros jefes militares incas, pertenecientes a la “ala dura” de la resistencia;
quienes se opusieron a la política aperturista del jefe antecesor. Tupac Amaru,
a fin de fortalecer los territorios liberados, ordenó fortificar Vilcabamba
declarándoles la guerra a los españoles. En este periodo de rebelión se libró
duras y cruentas batallas entre españoles y originarios. Una vez más, la
traición de algunos jefes aborígenes facilitó al ejército español controlar la
zona convulsionada; motivo por el cuál, Tupac Amaru tuvo que huir de Vilcabamba
un 24 de junio del 1572. Este hecho permitió la entrada triunfal de los
españoles al refugio de los rebeldes, quienes demolieron e incendiaron este
lugar antes de fugar e internarse en la selva. Los españoles, inmediatamente,
iniciaron la persecución del jefe principal de los rebeldes, y al encontrársele
en la selva fue apresado conjuntamente con su esposa, hijos y otros rebeldes.
Atrapado
Tupac Amaru, fue conducido al Cuzco, en donde en setiembre de 1572 fue
procesado y condenado a la decapitación ante la presencia de miles de testigos
aborígenes. Sus más cercanos colaboradores también fueron procesados y
sometidos a la horca. De esta manera, luego de una porfiada y tenaz larga
resistencia acabó la vida de uno de los últimos rebeldes de la estirpe Inca.
Hecho que más tarde, permitió abrir el camino de un nuevo periodo de rebeliones
frente a la corona española, hasta alcanzar la victoria final siglos después
con la independencia del Perú.
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v Recuay Querido, revista institucional, año 1 N° 01, Municipalidad provincial de Recuay, edición 1999.
v Zuloaga Rada
Marina, Las encomiendas y el poder local en Huaylas: Las Guarangas en la
construcción del sistema colonial, Nº 37, año 2011. Páginas 67-86 Diálogo
Andino
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