domingo, 24 de enero de 2021

“LAS HERMOSAS ROSAS DE RECUAY”

La ciudad de Recuay se encuentra ubicada a 3,400 metros sobre el nivel del mar, en la parte sur del Callejón de Huaylas, en el departamento de Áncash. Este lugar fue el epicentro de desarrollo de la Cultura Recuay, una importante manifestación cultural regional que floreció entre los años 200 y 700 d.C. El legado de esta civilización, testimonio del ingenio y espiritualidad de nuestros ancestros, aún perdura y se proyecta con orgullo en el mundo moderno.

Recuay se encuentra a 25 kilómetros al sur de la ciudad de Huaraz, a aproximadamente 30 minutos en automóvil. Desde tiempos preincaicos, estas tierras fueron altamente productivas gracias a la riqueza de sus suelos y al uso racional del agua, tanto en las pampas y laderas de la Cordillera Blanca como en las de la Cordillera Negra. Fue una zona privilegiada para la producción de una gran variedad de papas nativas y pastos de excelente calidad. Sin embargo, con el paso del tiempo, este privilegio se ha ido perdiendo debido al abandono del campo por parte del gobierno central, el gobierno regional y los gobiernos locales. El centralismo asfixiante, la migración forzada en busca de mejores condiciones de vida, la corrupción generalizada y otros factores han contribuido a la decadencia de la producción agrícola tradicional de la zona.

Si bien es cierto que la minería, durante más de 30 años, trajo consigo una relativa modernización, su impacto ha sido apocalíptico y devastador. La explotación irracional dejó tras de sí miseria, desolación y destrucción. Un caso emblemático es el de Ticapampa y otras zonas colindantes, donde el uso irresponsable de los recursos mineros y la instalación de plantas de tratamiento provocaron un impacto ambiental de enorme magnitud. Testigos de esta agresión son los millones de toneladas de relaves depositados en las riberas del río Santa y en los riachuelos aledaños.

En fin, nunca es tarde para recuperar el tiempo perdido. Con el uso de la tecnología moderna, complementada con el conocimiento ancestral heredado de nuestros antepasados, estas tierras pueden volver a ser altamente productivas y convertirse en motores del dinamismo económico y el desarrollo sostenible de los pueblos de la zona. Además, Recuay tiene el potencial de convertirse en un importante centro nacional de producción de rosas de grandes capullos, siempre que exista voluntad política de las autoridades y una organización activa del pueblo.

Recuay posee un clima de tundra. Su clima es templado y seco durante el día, y frío por las noches, con temperaturas que oscilan entre los 5 °C y los 19 °C, y una precipitación media anual de 160 mm. Las lluvias se presentan desde el mes de octubre hasta abril, con aproximadamente 210 días de precipitación al año. La humedad relativa media es del 77 % y el índice de radiación ultravioleta (UV) alcanza un nivel de 6. En conclusión, el clima seco y agradable de la zona ofrece condiciones óptimas para desarrollar cultivos rentables y de alta demanda en los mercados, como las rosas, los tulipanes y otros productos de exportación que podrían posicionar a Recuay como un referente agrícola a nivel nacional e internacional.

Las flores de Recuay, además de ser espléndidas y hermosas, se distinguen del resto del país por alcanzar un diámetro excepcional en sus capullos —de entre 6 y 8 cm aproximadamente—, por el colorido natural de sus pétalos y por sus tallos que superan los 2 metros de altura, características poco comunes en otras zonas de producción. Para lograr una producción de esta calidad, es indispensable contar con condiciones agroecológicas favorables, así como con una tecnología adecuada. La calidad de la tierra, el agua, el sistema de riego, las bajas temperaturas, el uso de fertilizantes orgánicos (provenientes de ovinos, cuyes y vacas) y, sobre todo, el conocimiento y la experiencia de los agricultores, son factores determinantes en el éxito de este tipo de cultivos. A ello se suma el espíritu emprendedor y visionario de pequeños y medianos empresarios que apuestan por transformar las tierras del campo en verdaderos centros de alta productividad.

Este logro excepcional solo es posible mediante perseverancia, compromiso, dinamismo y un profundo deseo de superación. Los tropiezos y fracasos forman parte del proceso hacia el éxito y la satisfacción del deber cumplido. El camino es desafiante y exige una adecuada articulación de recursos humanos, económicos y financieros para poner en práctica la tecnología moderna con criterio técnico y sostenibilidad.

En este contexto, es justo destacar la labor de la empresa ENCODE SAC (www.encodeperu.com), liderada por recuaínos comprometidos con el desarrollo agrícola de la región. Esta institución ha apostado por el cultivo de rosas de corte como una estrategia para reconvertir la producción agraria tradicional, generando nuevas alternativas productivas y sostenibles para la zona. Uno de los objetivos clave del proyecto es compartir las experiencias adquiridas con las familias de Recuay, impulsando así el desarrollo local a partir del conocimiento técnico y la innovación.

Para asegurar la comercialización de las rosas, la empresa “Florería LUAL” ha asumido el desafío de abastecer actualmente al Mercado Mayorista de Flores de Lima, lo que representa un importante avance en la cadena de valor. Ambas empresas han logrado consolidar este proyecto en el caserío de Llullucachi, situado al pie de las ruinas arqueológicas de Jekosh. Las plantas cultivadas allí alcanzan alturas que van desde los 50 hasta los 90 cm, y las rosas recuaínas son altamente valoradas por su diversidad de colores y, especialmente, por el gran tamaño de sus flores, lo que las diferencia notablemente de las producidas en otras regiones del país.

Este emprendimiento no debe detenerse, sino multiplicarse, incentivando a otros pequeños agricultores de la zona a sumarse a esta iniciativa. La provincia de Recuay está destinada a cosas grandes. Ha llegado el momento de respaldar con decisión los proyectos productivos que promuevan el desarrollo local y de unir esfuerzos para sacar adelante el lugar que nos vio nacer. Es ahora o nunca.

Las hermosas rosas de Recuay son apenas el inicio de una serie de posibles emprendimientos agrícolas, pecuarios y artesanales que pueden desarrollarse en la región. Todo depende de atreverse, de dar el primer paso con visión y propósito, enmarcados en un plan de desarrollo provincial con objetivos claros, acciones concretas y rutas estratégicas. Soñar no cuesta nada, pero hacer realidad ese sueño requiere compromiso. Y ¿por qué no soñar con una marca: “Rosas de Recuay para el mundo”?

Históricamente, las principales actividades económicas de Recuay han sido la minería y la agricultura. Sin embargo, más allá de estas actividades tradicionales, en muchas casas —ubicadas en las aproximadamente 36 manzanas que conforman el casco urbano— así como en las viviendas rurales, se cultivaban árboles como eucaliptos, cipreses, capulíes y pencas, además de flores ornamentales, entre ellas las clásicas rosas de colores rojo, blanco y rosado.

Recuerdo que, en mi niñez, en el huerto de la casa de mi tía Julia Olivera Campos, crecían rosas de extraordinaria belleza: flores de gran tamaño —probablemente de hasta 10 cm de diámetro— con tallos espinosos que superaban los dos metros de altura. Aquellas rosas se usaban comúnmente en fechas importantes, como el Día de Todos los Santos, la Semana Santa o el Día de la Madre, para elaborar coronas florales destinadas a los seres queridos fallecidos. Esa experiencia demuestra que los suelos de Recuay son fértiles y aptos para el cultivo de rosas, y que esta tradición podría convertirse hoy en un emprendimiento moderno, sostenible y de impacto.

Por otro lado, se sabe que el distrito de Ticapampa —cuyo nombre en quechua puede interpretarse como “pampa de flores”— fue, en tiempos ancestrales, un lugar donde crecían abundantemente flores silvestres, mucho antes de la llegada de los españoles. Su paisaje natural, rodeado por la riqueza de su flora andina, ofrecía un entorno propicio para la vida y la contemplación.

Además de su belleza natural, Ticapampa guarda un hecho histórico de gran valor cultural: es reconocido como el lugar de origen del emblemático cóctel peruano, el “Pisco Sour”. Según registros históricos, fue en el año 1914 cuando Juan de Dios Mejía Romero, barman de la zona, improvisó la receta en una ocasión en que faltaba el tradicional licor ácido necesario para preparar el “sour inglés”. En lugar del ginger ale de Caraz, utilizó pisco y, como resultado, nació una bebida única: el Pisco Sour, “la mezcla perfecta” surgida en el corazón de las minas andinas.

Este suceso ocurrió en el contexto de la presencia de The Anglo French Ticapampa Silver Mining Company Ltd., establecida en 1880, reconocida como la primera empresa minera-metalúrgica del Perú. En ese entorno cosmopolita, influenciado por técnicas industriales y costumbres europeas, se gestó esta bebida que con el tiempo se convertiría en el trago bandera del Perú, reconocido y celebrado en los bares más exclusivos del país y del mundo.

AUTOR: Bach. ALFREDO CHÀVEZ OLIVERA

BIBLIOGRAFIA ELECTRÒNICA:

(1) Empresa “Florería LUAL” (https://www.facebook.com/lualflowers/)

(2). EL PISCO SOUR SE CREÓ EN TICAPAMPA (https://www.chiquianmarka.com/el-pisco-sour-nacioacute-en-ticapampa.html)


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