Por: Bach. Alfredo Chávez Olivera
Hace miles de años, cuando la naturaleza labró al Perú, este no estaba enfermo ni cansa’o, sino vigoroso y alegre, producto de su incesante evolución. Nos dotó de un inmenso mar con millones de cardúmenes, aves marinas, mariscos, y de yapa, hasta unos “choros” —por si las moscas. Luego, nos regaló cadenas montañosas cubiertas de oro, plata y otros minerales preciosos, y nos proveyó de hermosos valles con más de 50 pisos ecológicos para satisfacer nuestras necesidades. Además, nos dio una selva virgen con caudalosos ríos, millones de especies vegetales y un subsuelo rico en petróleo y gas natural.
Frente a esta realidad natural, nuestros antepasados se enseñorearon y dominaron el entorno para su provecho colectivo. Cuando la naturaleza procesó la formación del hombre peruano, forjó antropogenéticamente hombres inteligentes y rudos, capaces de construir pueblos dinámicos y laboriosos. Hoy, esas civilizaciones quedan como muestras petrificadas de su talento, admiradas en el mundo entero.
Pero luego, la madre naturaleza, ya cansa’a del tiempo, se enfureció y nos dejó al libre albedrío. Y en un acto de ira, nos impuso una casta social de corte feudal, fruto del cruce forzado entre la sangre cobriza y la bandolera ibérica. De ese cruzamiento surgió una clase dirigente ruin y malvada, un espécimen raro y virulento, único en el mundo: cola de rata, cabeza de reptil, uñas de buitre, panza de cochino, boca de zorra y pecho de orangután.
Una fatal desdicha para nuestros pueblos, pues esta mal llamada “clase política” solo ha atentado contra el desarrollo y el bienestar colectivo. Hoy, a estos parásitos que dormitan en el circo congresal, se les llama “otorongos”.
Los ancestros de estos mismos “caraduras reencauchados” fueron, hace más de un siglo, quienes remataron nuestros recursos naturales: millones de toneladas de guano, salitre, y más recientemente, la anchoveta, minerales, gas y petróleo. Y por último, ¡hasta la “potranca” de la Mama Pacha han vendido por un plato de lentejas!
¡Salud con whisky, camarón con cola! ¿Qué tal nota, clase política?
El Perú figura como un país altamente corrupto. En 2012, Transparencia Internacional nos colocó con una puntuación de 38 sobre 100 en el Índice de Percepción de la Corrupción. Eso significa que estamos entre los países más corruptos del mundo. Mientras tanto, nuestros vecinos Chile y Uruguay obtuvieron 72 puntos. Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda, 90. ¿Y nosotros? Como siempre, en el sótano.
Dos tercios de los 176 países evaluados obtuvieron menos de 50 puntos. El Perú incluido. Por ello, esta institución internacional sugiere que nuestras instituciones públicas deben ser más transparentes y que los funcionarios rindan cuentas con rigurosidad. Pero aquí eso es letra muerta.
Volviendo a nuestra realidad, los resultados de la última revocatoria deberían hacernos reflexionar seriamente. En esta absurda elección, el Estado peruano ha despilfarrado más de 110 millones de soles solo por el capricho de unos cuantos politiqueros antojadizos y hambreados de nuestra Lima variopinta. Nos obligaron a votar como si fuéramos “borregos”, para satisfacer el apetito voraz de grupos de poder.
¿Tanto apetito para frenar el desarrollo de nuestra ciudad? Sí, la “Tía Regia” no la vio en su primer año. Se distrajo en cosas vanales, igual que sus regidores. Pero toda gestión nueva pasa por este tránsito difícil. La improvisación en política local no funciona. Y eso ya lo sabemos.
No nos vengan a vender la historia de que esta revocatoria fue un acto “democrático” de participación ciudadana. Fue un circo. Libertinaje electoral para lanzar “candidatillos” folklóricos, aventureros y “pilluelos” que solo buscan recuperar su inversión millonaria en campaña. Encima, la venta de puestos de regidor al mejor postor se ha vuelto costumbre. “No es amor al chancho, sino a los chicharrones”. ¿Esto es desarrollo?
Este sistema solo sirve para estimular la demagogia y el populismo barato. Y lo peor es que las leyes electorales vigentes permiten que, cada cuatro años, surjan nuevos ricos locales que se llevan toneladas de “guita” del pueblo.
¡H’onde estamos, xXD!
Nuestra “tres veces coronada villa”, la “Ciudad de los Reyes”, hoy está en manos de una jauría con ropajes de políticos bufones. El modus operandi de los 43 representantes de Lima Metropolitana es un chiste. ¡Encallecidos de corrupción y caradura!
Desde los años 60, solo unos pocos alcaldes hicieron algo digno. El “Tucán”, por ejemplo, construyó el “Zanjón” y el Mercado Central. El resto solo ha parchado pistas. Y eso, con una economía creciendo hace más de diez años. En gestión de inversión pública, aún estamos en pañales. Pero nuestras autoridades locales, “muy vivas”, culpan de todo al SNIP.
Santi amén.
¿Quiénes han ocupado el sillón de Pizarro estos últimos 40 años?
Un “borrego” que no sonó ni tronó, un “frijolito” de leche, un moco he’ “pavo”, un “mono” colora’o, un “chanchito” de corazones y un “camello” solar con la joroba llena de “guita” del pueblo.
¡Provecho, “lomo saltado”! Ya no toma chicha en poto, sino whisky etiqueta azul en copa de diamante.
Nuestros políticos no la ven… No entienden de planeamiento estratégico, gestión por resultados, gobierno electrónico, estructuras inteligentes ni desarrollo de capacidades. Por eso, pasaron de ser alcaldes feudales a aristócratas, y ahora solo son alcaldillos demagogos y descartables.
Hoy, Lima se ahoga en basura, desorden, corrupción, inseguridad…
¡Las siete plagas de Egipto nos han ganado la batalla!
¿Y el pueblo? ¿Qué papel jugó en esta pelea de gringos?
Fue el de siempre: el del “borrego”. Mientras los “Felipillos” y “cachupines” de la construcción, sean “Peruchos” o “Garotos”, se agarraban por un botín multimillonario, nosotros contemplábamos una absurda campaña electoral. Para colmo, la ONPE nos obligó a marcar 40 veces Sí o 40 veces No.
¡Cosa más grande, chico! ¡Vivimos en el país de las maravillas!
¿Era necesario este festín? ¿Y ahora otro más para elegir nuevos regidores? ¡No joroben!
¿Dónde estás, Marco Tulio, que no te vemos? ¡Lima necesita un salvador!
Es verdad que todos tenemos intereses. Pero a nuestra clase política la mueve la codicia, el arribismo y el deseo de “joder” por mezquindades y complejos. Imagínense, ¡un tal Marco Tulio paralizó la ciudad! ¿Cuánto cobró? ¿Quién lo investiga? ¿De qué vive?
Por todo lo anterior, sigo pensando:
“Nuestros políticos son corruptos por naturaleza, arcaicos por esencia y demagogos por formación.”
Ya Aristóteles definía al demagogo como la degeneración de la democracia. Manipulan sentimientos, ofrecen promesas infundadas, compran conciencias. Son la peste.
¿Qué hacer? Refundar los partidos. Verdaderos, con ideología, estatutos, programas, cuadros nuevos. Me inclino por el tetrapartidismo: uno de derecha, uno de centro, uno de izquierda y uno de ultraizquierda —todos dentro de las reglas democráticas. Porque todos debemos tener voz y voto. Y, sobre todo, hay que profesionalizar la gestión pública, en una era de sociedades digitales. Sin modernización del Estado, no hay desarrollo.
Y para colmo, en noviembre del 2013, el vilipendiado pueblo de Lima debe volver a las urnas para elegir regidores revocados. Otro despilfarro de más de 100 millones de soles.
¡Jesús, María y José!
La sociedad civil debe reaccionar. Que no vote nadie. O que vicien el voto en masa.
¡Cambien las leyes electorales! Son primitivas. De cavernícolas.
**¡Bendito sea el Señor! Apiádate de nuestros políticos y llévatelos al infierno para que pasen mejor vida...Amén.
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