jueves, 13 de noviembre de 2014

Corrupción, reelección y reforma política en el Perú

               
La corrupción es el abuso del poder delegado con fines de lucro personal, ejercido por personas con capacidad de decisión dentro del sector público o privado. En nuestro país, se ha institucionalizado de forma alarmante, atentando contra la gobernabilidad y erosionando la confianza ciudadana. Este comportamiento abominable será abordado en la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE 2014), bajo el lema “Hagamos del Perú un país del primer mundo”, evento que se desarrollará del 12 al 14 de noviembre en Paracas. Un eje temático crucial que merece atención prioritaria y deliberación nacional.



Recientemente, el presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), el cuestionado Manuel Burga Seoane, sacudió el panorama político con declaraciones dislocadas, populistas y oportunistas: “Si ustedes aprueban una ley que prohíbe la reelección inmediata de los congresistas, yo me comprometo a retirarme del fútbol”. Días antes, en medio de las controversias que sacuden a la corrompida FPF, se autoproclamó como “representante de la democracia del fútbol peruano”, respaldado por 41 delegados de la Asamblea de Bases (16 clubes profesionales y 25 ligas departamentales).

¿En qué país estamos viviendo? Personajes enquistados en el fútbol por décadas —parte de mafias que solo han sembrado fracasos, crisis y mediocridad— pretenden dar lecciones de democracia. La dictadura, en cualquiera de sus formas, es nociva para el desarrollo de instituciones y naciones. No queda más que seguir luchando contra esta lacra social que corroe los cimientos del país.

Reforma constitucional: ¿avance o medida populista?

El 23 de octubre de 2014, el Pleno del Congreso aprobó en primera votación la prohibición de la reelección inmediata de presidentes regionales, alcaldes, consejeros y regidores. Esta reforma constitucional, dictaminada por la Comisión de Constitución, establece también que estos cargos sean irrenunciables y sujetos a revocatoria conforme a ley.

La enmienda modifica los artículos 191, 194 y 203 de la Constitución Política, por lo que requiere una segunda votación calificada (mayor a 87 votos), prevista a partir de marzo de 2015. Además, la reforma plantea que los presidentes regionales pasen a denominarse “gobernadores regionales” y puedan ser citados por el Congreso para rendir cuentas. No obstante, si esta medida no se acompaña de reformas estructurales que modernicen el sistema político, electoral y partidario, será solo una respuesta coyuntural y populista promovida desde el Congreso.

El verdadero problema: ignorancia y clientelismo

Aunque es cierto que la corrupción ha crecido de forma geométrica en todos los niveles del Estado, el problema más grave radica en la incapacidad técnica y política de quienes aspiran a gobernar. Muchos ignoran conceptos clave como planificación estratégica, gestión pública, presupuesto, contrataciones del Estado, fiscalización y control. Nuestra clase política, plagada de improvisación y codicia, no responde a una visión de desarrollo, sino a intereses personales y mafiosos.

Si no se impulsan reformas políticas integrales, esta enmienda corre el riesgo de ser un remedio superficial, aislado y demagógico.

Una clase política sin partidos, sin ideología y sin control

Aunque la tasa de reelección de autoridades locales y regionales es baja, lo preocupante es que muchas de ellas no tienen representación política real, ni vínculo con partidos nacionales. Son productos del caos electoral, el anti-partidismo y el curacazgo. Los “movimientos” regionales y locales que los postulan carecen de control partidario, no rinden cuentas y eluden los mecanismos de control ciudadano establecidos por el Estado. En este contexto, el sistema de partidos ha devenido en un espacio de libertinaje y corrupción, tanto para reelectos como para nuevos funcionarios.

¿Cuántas autoridades realmente eficientes tiene el Perú?

Muy pocas, si es que hay alguna. Un buen gobernante debe tener un plan estratégico de desarrollo, una visión clara de su región o localidad, un programa de gobierno coherente, un equipo técnico calificado, un plan institucional moderno, y un plan de inversiones priorizado. Sin estos elementos, es imposible responder a las demandas ciudadanas en los cuatro años de gestión.

Por tanto, la reforma aprobada en primera legislatura no fortalecerá la democracia si no se complementa con medidas estructurales que consoliden el sistema político y electoral. Entre las reformas urgentes que deberían debatirse públicamente y en el Congreso, propongo las siguientes:


Reformas políticas urgentes para fortalecer la democracia:

1. Reforma de la Ley de Partidos Políticos:
Impulsar su refundación y la promoción de un sistema partidario fuerte, que permita alinear a los movimientos regionales y locales con partidos nacionales. Esto garantizaría control, transparencia, formación de cuadros y carrera política, y ayudaría a combatir el actual caos electoral.

2. Creación de distritos electorales múltiples en Lima Metropolitana:
Dividir Lima en zonas electorales (Norte, Sur, Oeste y Centro), cada una con 4 a 5 congresistas. Solo Lima Norte tiene más de 2.5 millones de habitantes y apenas cuenta con un representante simbólico. Esta medida corregiría el actual desequilibrio representativo.

3. Domicilio real mínimo de 5 años:
Exigir residencia mínima de cinco años consecutivos en la región o distrito para postular a cargos regionales o municipales. Esto cerraría el paso a “golondrinos” y “forasteros oportunistas” que solo buscan enriquecerse sin vínculo con la comunidad.

4. Certificado de salud mental, judicial y policial:
Todos los candidatos deben pasar filtros rigurosos para evitar la elección de psicópatas, corruptos o personas con trastornos del poder (como el síndrome de Hubris), que terminan dañando profundamente las instituciones.

5. Modificación del artículo 31 de la Constitución: Voto voluntario:
Eliminar el voto obligatorio. La votación forzada no fortalece la democracia ni mejora la calidad del voto. Al contrario, genera apatía, clientelismo y votos sin conciencia.


Conclusión

La construcción de partidos políticos fuertes, democráticos y responsables es fundamental para consolidar nuestro sistema. Las reformas mencionadas —aunque polémicas y controversiales— son necesarias. Debemos repensar las leyes de partidos, del sistema electoral, del control público y otras normativas que fortalezcan nuestra democracia. De lo contrario, seguiremos atrapados en el mismo círculo vicioso de corrupción, improvisación y populismo.

Salvo mejor parecer de los supuestos eruditos de la clase política, los sagrados plumíferos panfletarios y otras corrientes de opinión que interactúan en el país, urge una verdadera reforma política de fondo.

Bach. Alfredo Chávez Olivera

BIBLIOGRAFÍA: 

1.- Qué es Corrupción
 http://www.proetica.org.pe/corrupcion/