viernes, 29 de junio de 2012

CAUSAS Y FACTORES QUE ORIGINAN LAS PANDILLAS


(Nota: Me he visto obligado a reproducir una pequeña parte del libro "Pandillas, Una Salida desde sus Voces", publicado en el año 2000, con el propósito de contrarrestar la piratería sobre el tema, ya que este contenido ha sido difundido por diversas personas en el ciberespacio, atribuyéndose su autoría).


CAUSAS

La problemática de la violencia adolescente y juvenil es compleja, ya que involucra factores familiares, económicos, sociales y culturales. Por tanto, su abordaje requiere la participación de diversos actores sociales y servicios, de forma complementaria, concertada y coordinada.

1. Desintegración familiar y abandono moral

Esta es la causa principal por la que muchos adolescentes y jóvenes se integran a pandillas. La familia, como institución básica de la sociedad, atraviesa una profunda crisis. Existe un elevado índice de separaciones, abandono y desatención familiar. La ausencia de los padres —obligados a priorizar la obtención de ingresos debido a la crisis económica— genera un vacío que difícilmente puede ser llenado por otros familiares o terceros.

Las presiones económicas prolongan las jornadas laborales, reduciendo el tiempo dedicado a la integración afectiva, la recreación y el fortalecimiento de vínculos entre padres e hijos, lo cual es crucial para el desarrollo emocional. Este abandono moral y afectivo, a menudo acompañado de situaciones violentas y traumáticas, predispone a los jóvenes a ser captados por las pandillas, donde encuentran respaldo, afecto, identidad y sentido de pertenencia que no hallan en su entorno familiar.


2. Desocupación y desempleo

Conseguir empleo es difícil para la mayoría de jóvenes, pero para aquellos vinculados a pandillas es aún más complicado debido a su bajo nivel educativo, escasas habilidades, falta de redes de apoyo y la imagen negativa que proyectan ante los empleadores. Además, su aislamiento social les impide acceder a programas de promoción del empleo juvenil.

Cuando se les pregunta por qué cometen actos violentos, tanto ellos como sus familiares y vecinos suelen señalar la “ociosidad” como la causa principal.

Por ello, cualquier estrategia integral de atención al pandillaje debe incluir la promoción del empleo y la formación técnico-laboral como pilares fundamentales para su reinserción social.

En el Perú, la tasa de desempleo en la población joven (14 a 24 años) era del 13.1%, mientras que el subempleo alcanzaba el 49.9% (INEI, 1999). Es decir, el 63% de los jóvenes estaban desempleados o subempleados. En Comas, el 48.7% de los jóvenes trabaja, pero en condiciones de informalidad y bajos ingresos.


3. Violencia social y familiar

Tras más de una década de violencia social, las nuevas generaciones han crecido en un entorno donde la muerte, la destrucción, el irrespeto por la vida, la ley y la autoridad se han naturalizado, promovidos tanto por grupos subversivos como por la violencia institucional del Estado.

Aunque la subversión fue desarticulada, sus métodos han sido replicados por bandas delincuenciales urbanas, que actúan con niveles de organización y violencia similares a los grupos armados. Las pandillas han adoptado estas formas violentas de imponer respeto, convirtiéndolas en referentes de autoridad.

Desde el Estado, no existen modelos positivos para la juventud. La cultura del abuso de poder, impunidad y corrupción ha sido parte del estilo de gobierno durante el régimen fujimorista, y continúa vigente. En las familias, la violencia intrafamiliar, el abuso infantil y el maltrato psicológico son frecuentes. En Comas, la DEMUNA reporta como casos recurrentes las demandas por alimentos y maltrato infantil.

Estas experiencias marcan profundamente a niños y adolescentes, predisponiéndolos a reaccionar con violencia frente a situaciones de conflicto, especialmente contra quienes perciben como más débiles.


4. Pobreza

Si bien la pobreza no explica por sí sola la existencia de pandillas, sí contribuye a su formación. El 60% de las pandillas registradas en el año 2000 procedía de las zonas altas del distrito. Muchos de sus integrantes vivían en viviendas precarias, sin acceso a servicios básicos, y abandonaron sus estudios por falta de recursos o a causa de la desintegración familiar.

La población de estas zonas pertenece a los estratos socioeconómicos C, D y E. En los nuevos asentamientos humanos predomina la pobreza extrema, con padres de bajo nivel educativo y un crecimiento poblacional que supera el 3%.


5. Marginación y exclusión social

Los adolescentes y jóvenes en pandillas experimentan exclusión en múltiples niveles:

  • Familiar: provienen de entornos disfuncionales, donde la unidad y comunicación familiar están rotas.

  • Educativo: muchos no han asistido a la escuela o la han abandonado sin perspectivas de futuro.

  • Laboral: carecen de formación técnica, experiencia y oportunidades.

  • Ciudadana: desconocen sus derechos, deberes y posibilidades de participación en su comunidad.

  • Sexual y reproductiva: están desinformados sobre temas de salud sexual, prevención de ITS y SIDA.

  • Recreativa y cultural: están excluidos del deporte, la cultura y la vida comunitaria.

Esta exclusión genera una subcultura juvenil con sus propias reglas, valores y códigos, en la que la violencia se convierte en una forma legítima de expresión y validación.

Un joven excluido se convierte en un potencial infractor, resentido socialmente y despojado de oportunidades. Por ello, es deber de la sociedad —a través de sus instituciones— resocializar y reorientar estas conductas, asegurando su inclusión plena y efectiva en la vida social.


6. Pérdida de valores y habilidades sociales

Valores como el amor, el respeto, la verdad y la honestidad han perdido vigencia en muchos hogares. Tampoco se desarrollan habilidades sociales esenciales como la autoestima, la toma de decisiones o la comunicación asertiva.

Los jóvenes pandilleros suelen tener una imagen deteriorada de sí mismos, marcada por el desprecio o el maltrato que han recibido. Esto se traduce en decisiones impulsivas y conductas erráticas, carentes de reflexión o diálogo familiar.


7. La emoción por la violencia

En el libro "Pandillas, Una Salida desde sus Voces", no se abordó un componente clave: el factor psicológico. Muchos jóvenes buscan emociones fuertes, adrenalina y placer a través del enfrentamiento violento.

Jimmy, miembro de “Los Hooligans”, lo expresaba así:

“Sentimos temor a que nos pueda pasar algo grave y, al mismo tiempo, un gusto y placer al atrapar a alguien del otro bando... No retroceder nunca... ir siempre adelante... hasta la muerte”.

Esto refleja una verdadera catarsis emocional. Enfrentar el peligro o infligir violencia se convierte en una vía de escape a sus frustraciones, a menudo con trágicas consecuencias.

El alcohol, en estos contextos, se convierte en un estimulante previo al “guerreo”, como lo señala Mico, de “Los Chabelos”:

“El alcohol nos empila... El que está en humo (pasta básica o marihuana) no va al choque porque te produce miedo. Nos pone duros... no te puedes regalar al rival”.


Factores que incrementan la violencia juvenil

A. Medios de comunicación social

Salvo contadas excepciones, los medios han contribuido más a estigmatizar que a comprender el fenómeno del pandillaje. Titulares sensacionalistas y coberturas irresponsables generan en los jóvenes una percepción distorsionada: “nos hacemos famosos”, “figuramos”, “nos jamoneamos”.

Estos enfoques refuerzan la imagen del pandillero como irracional e irrecuperable, y alimentan propuestas populistas como la “ley del pandillaje pernicioso”, contraria a los tratados internacionales sobre derechos de la niñez suscritos por el Perú.

Se requiere un rol educador y propositivo de los medios, que aborden no solo los hechos, sino las causas y soluciones, y promuevan campañas participativas de prevención y reintegración.


B. Imitación de patrones de conducta delictiva

Muchos barrios tienen delincuentes mayores que gozan de cierto “prestigio”. Estos individuos son considerados modelos a seguir por algunos jóvenes, quienes los ven como héroes y protectores. Sus hazañas son admiradas e incluso emuladas durante los enfrentamientos entre pandillas.


C. Ausencia de programas integrales de atención a la juventud

No existen políticas públicas coherentes y sostenidas para la juventud, ni a nivel local, metropolitano o nacional. La mayoría de iniciativas son aisladas, de corto alcance y escasa articulación institucional.

En Comas —el segundo distrito más poblado del país y con gran cantidad de jóvenes— no existen programas que promuevan su desarrollo integral ni espacios de participación efectiva. La conformación de la Mesa de Juventud de Comas es una iniciativa valiosa que debe ser



BIBLIOGRAFIA:

·         “Pandillas, Una Salida desde sus Voces” Alfredo Chávez Olivera & Walter Erazo Tamayo, Convenio Revista Chasqui-Municipalidad de Comas, Fondo Editorial Comas, año 2000, 100 pp.

·         Revista “Mi Jato”, Centro de Atención a la Violencia Juvenil; Convenio Revista Chasqui-Municipalidad de Comas, Fondo Editorial de Comas, impresión VARGRAF, año 2001,   27 pp.